Mientras algunos festejaban el campeonato local de Boca en el Obelisco, a pocas cuadras se preparaba otra gran fiesta que prometía invitados de lujo. En la puerta del teatro ND/Ateneo un grupo de seguidores de Los Caballeros de la Quema contaban billetes y buscaban monedas para comprar entradas para el recital que esa noche daría el ex líder de la banda: Iván Noble. Pero no sólo para hacerle el aguante a ese que durante tantos años les endulzó los oídos y el corazón. Él mismo les había avisado que esa noche iba a haber un pequeño – gran reencuentro caballero. Y cuando las entradas ya quemaban las manos, Pablo Guerra y Javier el Nene Cavo entraban al teatro. Noble abrió el recital con Nadie sabe donde, el primer corte que lleva el nombre del cd que estaba despidiendo esa noche. A partir de ahí, mientras los “caballeros” preparaban sus gargantas, siguieron clásicos “noblistas” como La chica que nadie saca a bailar, Cuentos Argentos y Viento en proa, entre otros. El primer estallido fue en Otro jueves cobarde. Agazapados al fondo de la sala, excluídos del nuevo público de Noble, estaban los chicos de la Quema transpirando sus camisetas con la clásica Q. Terminó el tema y todo siguió como antes, reinaba la tranquilidad en el ND/Ateneo. Pero cuando sonaban los últimos acordes de La propina y la guitarra de Guerra asomaba por atrás de un telón los corazones empezaron a acelerarse y la ansiedad fue extrema. De mala muerte encontró a ese reducido público caballero con Guerra y Noble, después de tanto tiempo, otra vez juntos arriba de un escenario. Terminada la balada el Nene tomó la posta en la batería y tal como decía el tema que tocaron, los seguidores alentaron Hasta estallar. Ahí estaban ellos 3 y Carlitos (el único que siempre acompañó al cantautor en su carrera solista). El sueño parecía haber terminado hasta cuando Iván tocó Sapo de otro pozo, de no haber sido por el ex guitarrista de los Caballeros de la Quema que tan emocionado como ese grupo de jóvenes salió al escenario una vez más, esta vez para despedirse… Despedirse para unos pocos, para los que se fueron cuando las luces se prendieron al término de Otro vaso y me voy. Pasaron minutos, segundos quizás y comenzaron las corridas por los pasillos de la sala y los saltos entre las butacas para pegarse los “caballeros” al escenario. Es que sonaba Patri y con una bandera que gritaba “no te olvides de volver” la fiesta terminó de la mejor manera. El reloj marcaba aproximadamente la 1 a.m. y en el silencio de ND/Ateneo sólo se escuchaba a un grupo de jóvenes que suplicaba “olé olé olé olé olá sólo les pido que se vuelvan a juntar”. Y algunos de ellos saben, creen o sueñan, como hace 4 años, que esta no sea la última vez que Noble, el Nene, Guerra y Carlitos vuelven a compartir un escenario.
Nota: Celez